En Chile, hay muchísima más actividad orientada a la integración chileno-israelí y que es realizada por distintas entidades. En #Israel sin embargo, es muy menguada, poca o casi nada.
Los casi más de 8.000 chilenos residentes en Israel, no se caracterizan precisamente por ser muy pro activos, creativos o impulsores de acciones para potenciar la integración entre nuestros países.
Salvo la actividad, que ha sido prolífica pero muy poco difundida, que se ha realizado desde el Instituto Israelí-chileno de Cultura e Instituto OHigginiano durante 30 años, no se conoce ninguna otra labor destinada a cultivar lazos de amistad entre nuestros dos países.
¿Qué es lo que hace que los chilenos que viven en Israel, carezcan de ese impulso para acometer tareas de trabajo conjunto y puedan aunar esfuerzos para materializar acciones que hagan realidad la transmisión recíproca de los valores culturales y sociales de nuestros dos pueblos?
La disposición de uno de los agentes generadores de esta relación de Estados, en el caso de Chile, nuestra representación diplomática, es óptima. La otra, Israel, también. ¿Entonces, qué es lo que falta?
Algunas personas nos han formulado varias hipótesis a este respecto.
1.- Nos han argumentado que los chilenos que emigran a Israel, lo hacen por razones distintas a las que tienen otros chilenos cuando emigran a otros países y que por esa razón, y porque se sienten más judíos que chilenos (una especie extraña de incompatibilidad), no son tan activos en actividades de integración.
Veamos, es cierto que la enorme mayoría de los chilenos que viven en Israel, son judíos y que emigraron a este país, por que es el país de los judíos y lo hacen entonces en condición de "aliá" bajo la ley de retorno de los judíos a su patria. Este argumento, que es verdadero en la descripción de la naturaleza migratoria, no explica ni podría explicar esa inacción o pasividad, simplemente, porque carece de valor. Ahora bien, cuando se agrega que se sienten más judíos que chilenos (intentando mostrarlo como incompatibles), tampoco es un argumento que racionalmente pueda asistir o justificar esa pasividad. Un sólo ejemplo bastar para tirar por tierra esa objección o argumento. Los judíos chilenos en Chile, desarrollan muchísima actividad de interacción y hermandad y nunca han manifestado ni por asomo una incompatibilidad tan extraña como se aduce por estos lares.
2.- También se nos ha señalado, que el chileno que emigró a Israel, está más preocupado de trabajar para labrarse un buen prospecto de vida en Israel, por lo que el tiempo para realizar actividades de esta naturaleza, es poco o nada.
Entendemos que esto es real, cierto y acreditable, pero no es distinta la situación en cualquier otro país, incluso en Chile. Es más, bastaría pensar tan solo, que el aporte de una hora mensual a actividades comunitarias, no pone en peligro la sobrevivencia de nadie, ni su trabajo, ni menos la de su familia. En otras palabras, esto no alcanza para justificar nada.
3.- Otros, han argumentado que en Chile, agrupaciones comunitarias judías y no judías, no han mostrado nunca un gran interes en mantener relaciones con agrupaciones chilenas en Israel, y que por tanto, no vale la pena intentar hacer algo, porque jamás habrá cooperación en ese sentido.
Quizás este argumento es el más real de todos y aquí hacemos claramente una crítica en dos sentidos:
a.- Primero que todo, se debe entender que no se requiere "el agreement", comprensión, ayuda o soporte de ninguna entidad en Chile, judía o no judía para realizar acciones de hermandad entre Chile e Israel. Bastaría más. Las iniciativas se llevan adelante y son exitosas, cuando las motivaciones son potentes y existe compromiso indubitable de quienes las promueven. Enhorabuena si además, apoyan otros esa iniciativa, pero el que no lo hagan, no sirve para justificarse en el silencio, inacción y falta de compromiso. Los propósitos y acciones que mueven una iniciativa y la impulsan, se bastan a si misma para existir, no requieren del permiso o simpatía de terceros.
b.- Lo que si es cierto, es que deberían existir canales de comunicación y trabajo conjunto entre ellos y las entidades locales de chilenos en Israel, cuestión que no existe, como sería lo razonable. Decimos razonable, porque precisamente los intereses comunes existentes ameritan que así lo sea. Y vamos a poner un solo ejemplo en este aspecto:
Allá y acá, chilenos realizamos Hasbara y/o diplomacia pública, pero en 5 años, no se conoce ningún trabajo conjunto o tarea coordinada en ese sentido.
Veamos, hay miles de chilenos repartidos a lo largo y ancho de Israel, algunos y no pocos, residen en zonas de "alta sensibilidad e impacto" desde el punto de vista del Conflicto y que por supuesto, tienen vivencias, relatos e historias, y son "todos chilenos", pero estas historias, vivencias y relatos, poco o casi nada ilustran los medios noticiosos en Chile, como tampoco los propios de las entidades judías chilenas. Una más potente Hasbará en Chile, debería contemplar esa realidad y en la práctica, no la considera.
Demasiadas personalidades chilenas y parlamentarias han viajado en no pocos periplos por Israel, para conocer la realidad de Israel. Sin embargo, muy poco o casi nada, se conoce de lo que hacen o han hecho para transmitir lo que pudieron observar en sus visitas. Al realizar una especie de post venta (seguimiento) a quienes han viajado a Israel bajo el compromiso de transmitir la realidad que acá se vive, árroja una lamentable conclusión, para no pocos de esas celebridades nacionales, el periplo fue casi de turismo.
¿Acaso no es más importante la opinión (y gratis) de quienes viven en Israel esa realidad, por ejemplo?
Quienes mejor pueden contar la realidad de Israel, para Chile, son precisamente los chilenos que vivimos en Israel. Eso es undudable, pero desde Chile, no pareciera percibirse tan así.
Hay tantas cosas que chilenos, judíos y no judíos que vivimos en Israel, podríamos realizar conjuntamente, con mínimos apoyos o cooperación para contribuir en la amistad chileno israelí y hacer contrapeso a la propaganda demonizadora de Israel y los judíos, que el argumento que manifiestan algunos para justificar pasividad, pudiera ser valedero y lo es, pero para otros, como nosotros, no nos basta, porque contra incluso aquella realidad, empujamos iniciativas, aún desprovistos de mejores herramientas comunicacionales. Eso, porque tenemos un alto compromiso con nuestros dos países, así de simple.
En Consecuencia:
¿Qué valor tienen esos argumentos y son suficientes para la marcada desidia y silencio de una comunidad de chilenos levemente inferior a las 10 mil personas?
Creemos en Chile - Israel que habiendo algunas consideraciones reales en las objecciones que hemos recogido de chilenos que viven en Israel, éstas no justifican esa desidia que se pone de relieve.
Somos miles en Israel, sin embargo, tanto en Israel como en Chile, pareciera que los chilenos simplemente, NO EXISTEN.
Llámense como quieran llamarse, aspiren a lo que quieran, busquen los objetivos que mejor les parezcan, pero es imprescindible que se sacudan "la comodidad" o "el conformismo" de haberse transformado en un colectivo, desperdigado y con poca o ninguna incidencia en Israel, y por supuesto hacia Chile.
La huella digital de chilenidad la tendrán siempre en Israel y esta no se satisface ni acaba por una ramada en Fiestas Patrias chilenas, o exigir derecho a votar en Chile, o aspirar a que se les reconozcan derechos sociales generados en Chile por cualquier circunstancia. Quienes vivimos en Chile alguna vez y aspiramos a que nuestros dos países y sus pueblos en verdad sean hermanos, debemos hacer algo más que permanecer en silencio o exigir satisfacciones estacionales de temporada. Debemos crear, pensar, estudiar y trabajar espacios de diálogo para ofrecer instancias y alternativas de sana convivencia, incluso en el ámbito de complejo conflicto que vivimos "in situ" con los palestinos.
Quizás entonces, y sólo entonces, podremos comenzar a gravitar en la sociedad israelí y pretender influir en ella, y quizás entonces, y sólo entonces, habremos aprendido a ser vehículos de hermandad entre Israel y Chile. Si aquello no ocurre, seguirán siendo "invisibles".
Los casi más de 8.000 chilenos residentes en Israel, no se caracterizan precisamente por ser muy pro activos, creativos o impulsores de acciones para potenciar la integración entre nuestros países.
Salvo la actividad, que ha sido prolífica pero muy poco difundida, que se ha realizado desde el Instituto Israelí-chileno de Cultura e Instituto OHigginiano durante 30 años, no se conoce ninguna otra labor destinada a cultivar lazos de amistad entre nuestros dos países.
¿Qué es lo que hace que los chilenos que viven en Israel, carezcan de ese impulso para acometer tareas de trabajo conjunto y puedan aunar esfuerzos para materializar acciones que hagan realidad la transmisión recíproca de los valores culturales y sociales de nuestros dos pueblos?
La disposición de uno de los agentes generadores de esta relación de Estados, en el caso de Chile, nuestra representación diplomática, es óptima. La otra, Israel, también. ¿Entonces, qué es lo que falta?
Algunas personas nos han formulado varias hipótesis a este respecto.
1.- Nos han argumentado que los chilenos que emigran a Israel, lo hacen por razones distintas a las que tienen otros chilenos cuando emigran a otros países y que por esa razón, y porque se sienten más judíos que chilenos (una especie extraña de incompatibilidad), no son tan activos en actividades de integración.
Veamos, es cierto que la enorme mayoría de los chilenos que viven en Israel, son judíos y que emigraron a este país, por que es el país de los judíos y lo hacen entonces en condición de "aliá" bajo la ley de retorno de los judíos a su patria. Este argumento, que es verdadero en la descripción de la naturaleza migratoria, no explica ni podría explicar esa inacción o pasividad, simplemente, porque carece de valor. Ahora bien, cuando se agrega que se sienten más judíos que chilenos (intentando mostrarlo como incompatibles), tampoco es un argumento que racionalmente pueda asistir o justificar esa pasividad. Un sólo ejemplo bastar para tirar por tierra esa objección o argumento. Los judíos chilenos en Chile, desarrollan muchísima actividad de interacción y hermandad y nunca han manifestado ni por asomo una incompatibilidad tan extraña como se aduce por estos lares.
2.- También se nos ha señalado, que el chileno que emigró a Israel, está más preocupado de trabajar para labrarse un buen prospecto de vida en Israel, por lo que el tiempo para realizar actividades de esta naturaleza, es poco o nada.
Entendemos que esto es real, cierto y acreditable, pero no es distinta la situación en cualquier otro país, incluso en Chile. Es más, bastaría pensar tan solo, que el aporte de una hora mensual a actividades comunitarias, no pone en peligro la sobrevivencia de nadie, ni su trabajo, ni menos la de su familia. En otras palabras, esto no alcanza para justificar nada.
3.- Otros, han argumentado que en Chile, agrupaciones comunitarias judías y no judías, no han mostrado nunca un gran interes en mantener relaciones con agrupaciones chilenas en Israel, y que por tanto, no vale la pena intentar hacer algo, porque jamás habrá cooperación en ese sentido.
Quizás este argumento es el más real de todos y aquí hacemos claramente una crítica en dos sentidos:
a.- Primero que todo, se debe entender que no se requiere "el agreement", comprensión, ayuda o soporte de ninguna entidad en Chile, judía o no judía para realizar acciones de hermandad entre Chile e Israel. Bastaría más. Las iniciativas se llevan adelante y son exitosas, cuando las motivaciones son potentes y existe compromiso indubitable de quienes las promueven. Enhorabuena si además, apoyan otros esa iniciativa, pero el que no lo hagan, no sirve para justificarse en el silencio, inacción y falta de compromiso. Los propósitos y acciones que mueven una iniciativa y la impulsan, se bastan a si misma para existir, no requieren del permiso o simpatía de terceros.
b.- Lo que si es cierto, es que deberían existir canales de comunicación y trabajo conjunto entre ellos y las entidades locales de chilenos en Israel, cuestión que no existe, como sería lo razonable. Decimos razonable, porque precisamente los intereses comunes existentes ameritan que así lo sea. Y vamos a poner un solo ejemplo en este aspecto:
Allá y acá, chilenos realizamos Hasbara y/o diplomacia pública, pero en 5 años, no se conoce ningún trabajo conjunto o tarea coordinada en ese sentido.
Veamos, hay miles de chilenos repartidos a lo largo y ancho de Israel, algunos y no pocos, residen en zonas de "alta sensibilidad e impacto" desde el punto de vista del Conflicto y que por supuesto, tienen vivencias, relatos e historias, y son "todos chilenos", pero estas historias, vivencias y relatos, poco o casi nada ilustran los medios noticiosos en Chile, como tampoco los propios de las entidades judías chilenas. Una más potente Hasbará en Chile, debería contemplar esa realidad y en la práctica, no la considera.
Demasiadas personalidades chilenas y parlamentarias han viajado en no pocos periplos por Israel, para conocer la realidad de Israel. Sin embargo, muy poco o casi nada, se conoce de lo que hacen o han hecho para transmitir lo que pudieron observar en sus visitas. Al realizar una especie de post venta (seguimiento) a quienes han viajado a Israel bajo el compromiso de transmitir la realidad que acá se vive, árroja una lamentable conclusión, para no pocos de esas celebridades nacionales, el periplo fue casi de turismo.
¿Acaso no es más importante la opinión (y gratis) de quienes viven en Israel esa realidad, por ejemplo?
Quienes mejor pueden contar la realidad de Israel, para Chile, son precisamente los chilenos que vivimos en Israel. Eso es undudable, pero desde Chile, no pareciera percibirse tan así.
Hay tantas cosas que chilenos, judíos y no judíos que vivimos en Israel, podríamos realizar conjuntamente, con mínimos apoyos o cooperación para contribuir en la amistad chileno israelí y hacer contrapeso a la propaganda demonizadora de Israel y los judíos, que el argumento que manifiestan algunos para justificar pasividad, pudiera ser valedero y lo es, pero para otros, como nosotros, no nos basta, porque contra incluso aquella realidad, empujamos iniciativas, aún desprovistos de mejores herramientas comunicacionales. Eso, porque tenemos un alto compromiso con nuestros dos países, así de simple.
En Consecuencia:
¿Qué valor tienen esos argumentos y son suficientes para la marcada desidia y silencio de una comunidad de chilenos levemente inferior a las 10 mil personas?
Creemos en Chile - Israel que habiendo algunas consideraciones reales en las objecciones que hemos recogido de chilenos que viven en Israel, éstas no justifican esa desidia que se pone de relieve.
Somos miles en Israel, sin embargo, tanto en Israel como en Chile, pareciera que los chilenos simplemente, NO EXISTEN.
Llámense como quieran llamarse, aspiren a lo que quieran, busquen los objetivos que mejor les parezcan, pero es imprescindible que se sacudan "la comodidad" o "el conformismo" de haberse transformado en un colectivo, desperdigado y con poca o ninguna incidencia en Israel, y por supuesto hacia Chile.
La huella digital de chilenidad la tendrán siempre en Israel y esta no se satisface ni acaba por una ramada en Fiestas Patrias chilenas, o exigir derecho a votar en Chile, o aspirar a que se les reconozcan derechos sociales generados en Chile por cualquier circunstancia. Quienes vivimos en Chile alguna vez y aspiramos a que nuestros dos países y sus pueblos en verdad sean hermanos, debemos hacer algo más que permanecer en silencio o exigir satisfacciones estacionales de temporada. Debemos crear, pensar, estudiar y trabajar espacios de diálogo para ofrecer instancias y alternativas de sana convivencia, incluso en el ámbito de complejo conflicto que vivimos "in situ" con los palestinos.
Quizás entonces, y sólo entonces, podremos comenzar a gravitar en la sociedad israelí y pretender influir en ella, y quizás entonces, y sólo entonces, habremos aprendido a ser vehículos de hermandad entre Israel y Chile. Si aquello no ocurre, seguirán siendo "invisibles".